...pero hubo un momento en que dejé de ser yo mismo.
Me estaba convirtiendo en otra persona, mi lado oscuro,
el que tanto trabajo me costó encarcelar y dominar.
Egoísta y temeroso, herido y resentido.
Con un pesar constante que el tiempo alivianaba y tú recargabas.
Fue ahí cuando vi que debía huir con lo que quedaba de mí,
con la parte que no te había entregado, que no habías pisoteado.
Tomar mis carnes y mis cenizas, las energías que me restaban
y plantarlo todo donde se cruzan las dos palmas.
Ahora la prioridad es que siempre quiere bien claro,
la que quiera el tesoro... primero va a tener que encontrarlo.
domingo, 24 de junio de 2012
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