Un poco nervioso y emocionado,
al fin tengo una buena excusa para estar donde estás.
Te miro, fijamente, y
la distancia que nos separa se acorta a cada paso.
Sonríes, tal como lo imaginé,
y dices hola.
Te miro bien, para no olvidarte,
y digo adiós.
Increible en realidad
y después de tanto caminar,
que cuando yo finalmente llego,
entonces, tu te vas.
miércoles, 26 de marzo de 2008
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